El miedo acecha en ese lugar.
Negra es la noche, un manto de oscuridad.
Hace ya mucho que la luz se fue,
se la expulsó y no ha de volver.
Un castigo fue por no socorrer
a una bruja, que herida imploró
refugiarse allí y poder sanar.
Pero el pueblo con ella intentó acabar.
Desesperado, un muchacho se alzó:
"la mataré, romperé esta maldición".
Con una espada, y un talismán,
para cubrirse de ella y su mal.
Pero la vio y le asaltó la duda,
pues su belleza le impidió razonar.
¿Y si fue el pueblo quien cometió un error
por no ofrecerle su ayuda?
Su voluntad ella vio quebrada,
le sonrió y su juicio se nubló.
El talismán su corazón no cubrió,
de ella se enamoró.
Ella le miró bien,
no vio maldad en él,
sólo valor y desesperación.
Librar su pueblo al fin
quería conseguir.
Se apiadó y su amor prendió.
De aquel amor una luz brotó.
Junto a la bruja, brillaron los dos.
El pueblo la esperanza perdió,
y al muchacho se desterró.
Envidiosos, el pueblo se unió,
para juntos su poder robar,
y devolver la luz a ese lugar
lleno de oscuridad.
Se encaminaron armas en mano
pero el joven ante ellos se plantó:
"vuestro egoísmo fue castigado,
¡no os dejaré que la hagáis daño!
Sobre la bruja se abalanzaron,
el joven con su cuerpo la protegió,
y con sus últimas fuerzas dijo:
"por favor, perdónalos".
Desolada y cansada de luchar,
su sacrificio otorgó al fin
y cumplió su última voluntad:
Los perdonó al morir.
Cuando en las noches hay luna nueva
es que la bruja se vuelve a sacrificar.
Su luz concede a las estrellas
para que solas puedan brillar.
Tras muchos largos años de espera,
el pueblo arrepentido pide el perdón,
y como ofrenda en el cielo les juntan
en un eclipse de Sol.
Oohh... oohh...